Cuando algo corre por tus venas, tus sentimientos se ponen a flor de piel en cada paso que das. Una mirada a un pueblo mágico desde lo alto de la Ermita de La Breña, hace merecer el esfuerzo de la pequeña subida que nos lleva hasta ella. Un hermoso paseo en el que nos engullen las jaras, los olivos y la lavanda, rodeados de unas vistas preciosas, nos hacen recorrer los 14 kilómetros sin darnos apenas cuenta.
Inmersos en un mundo donde el tiempo transcurre de otra manera, donde la naturaleza luce en todo su esplendor y donde los sentimientos de amor, amistad y familiaridad se suceden a cada momento, hemos pasado unos días fantásticos rodeados de todo lo poco y lo mucho que necesitamos para encontrar la felicidad...
Que viva la oreja, el magro y los morros!!!!!!!!!!
Ay!!!!!!! Quién pudiera volver!!!!
ResponderEliminarSigo queriendo volver!!!!!!!!!!!!!
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